Los complementos alimenticios destinados a animales se denominan piensos complementarios y se rigen por una normativa tanto de composición como de etiquetado completamente diferente a la que rige los complementos alimenticios de uso humano, aunque se fabrican siguiendo las mismas exigencias de higiene y calidad alimentaria.
Los piensos complementarios se definen según el Reglamento 767/2009 como pienso compuesto con un contenido elevado de determinadas sustancias pero que, debido a su composición, no es suficiente para una ración diaria a menos que se utilice en combinación con otro pienso.
Los componentes se clasifican en materias primas (por ejemplo: zanahorias, hígado de buey…) y aditivos (por ejemplo: vitamina E, Zinc, etc.). También hay que declarar otra información como los componentes analíticos, instrucciones para el uso adecuado, especies o categoría de animales a los que está destinado el producto…
En el post de hoy, nos centraremos en los aditivos.
Los aditivos se añaden a los piensos complementarios para aportar beneficios sobre el producto final, y vienen regidos por el Reglamento 1831/2003 y sus posteriores modificaciones. Los aditivos en productos para animales también presentan un código, de declaración obligatoria, diferente al código usado para los productos destinados a personas. Por ejemplo, el glutamato monosódico tiene el código 2b621, mientras que en productos destinados a humanos presenta el código E-621.
Los aditivos se clasifican en diferentes categorías: aditivos tecnológicos (antioxidantes, espesantes…), aditivos organolépticos (colorantes y aromatizantes), aditivos nutricionales (vitaminas, aminoácidos…) y aditivos zootécnicos (digestivos…).
Los aditivos permitidos y sus límites máximos están en continua revisión, para garantizar la máxima seguridad para nuestras mascotas, por ello seguimos los cambios que se puedan producir para informar a nuestros clientes sobre las novedades que puedan afectar a sus etiquetados.
